Poemas del equinoccio


Fotografías desde el auto, Ricardo Jiménez.






Fugaz pasado


Desde hace milenios
mi alma viajera e incontrolable
ha presenciado muchísimas noches como esta.
Noches tan eternas, interminables
de las que creí nunca ser capaz de huir.

Pero esta vez algo diferente sucedió.
Al mirar aquellos luminosos cuerpos celestes,
siento que me invade la nostalgia
-un insignificante recuerdo-
tan distante y familiar a su vez.

Decido entonces sentarme en el pasto,
junto a esta oscuridad abrumadora
donde solo el vacío existencial me abrigó.

Pero había algo
¡Aquel astro!
¡Aquella estrella!
Titilaba desesperadamente por mí.
Sólo por mi atención.

Tal vez estuve con ella antes
y ella me reconoció.
Lamentablemente
mi memoria en esta forma humana tan débil es,
que no recuerdo ahora quien fui.
Nada puedo hacer.

Sin embargo,
en lo más recóndito de mi psyque
Sé que aquella luminaria
aquella divinidad lejana
está allí.
Allí sólo por mí.

Estuvimos juntas hace mucho tiempo,
bajo otras formas materiales
bajo otros cielos...

Quizá me fui y a la deriva la dejé.
Lamento haberla abandonado
-de así haber sido-
Pero ya estaremos juntas nuevamente.

Posiblemente en otra vuelta,
por mera coincidencia  o  por sincronicidad del azar,
mi alma vuelva nuevamente a ella.
Porque mi alma por siempre de ella será...

¡Y allí nada nos detendrá!
ni el tiempo será capaz de detenernos
ni el olvido podrá olvidarnos.
ni la muerte separarnos.

Pero por ahora,
ella me esperará allá toda la eternidad
y yo la soñaré aquí hasta mi final
¡Que deseo sea pronto ya!
Porque quizá sea solo esa la manera 
en que por fin con ella vuelva a estar.








Las ausencias


Las ausencias duelen,
más que doler, 
desgarran el alma.
Irrumpen cada espacio y pensamiento del ser.

Inundan a su paso
de un dolor irreparable,
incurable ante cualquier asunto
o riqueza material.

Destrozan toda esencia 
o recuerdo de felicidad,
e impregnan prolongadas horas nocturnas
de lágrimas tibias de ansiedad.

Las ausencias de no estar, no tener
no saber, no ser; queman desde dentro
y ahogan las palabras
en una mar de desesperación infinita.

Hieren.
Corroen los huesos.
Calcinan las entrañas.

Nunca se recuperan.
Jamás se reparan.
Las ausencias matan.







En las noches que ya no esté


En las noches que ya no esté
mi cálida voz te tranquilizará,
el rumor de mi alma te hará compañía.
Mis largas uñas adormecerán la inquietud de tus nervios.
El cabello que ahora cubre mi espalda
servirá de almohada a tu conciencia.
Cada retazo de piel que ahora me sobra
te arroparán del frío de noviembre.
Mis ojos admiraran tu porvenir
y por siempre mi corazón latera por tus recuerdos.













Comentarios

Entradas populares de este blog

(inicio)

Lluvia de gemínidas 2018